
Mi historia


















Comencé a tomar clases de equitación en otoño del 2010 a los 8 años. Me introdujeron a todas las prácticas ‘normales’ del mundo ecuestre desde el inicio: caballos estabulados las 24hrs, bocados, fuetes, espuelas, riendas auxiliares… A esa edad tan temprana, no vi el problema con esas herramientas, ya que es lo que suele mostrarse en las películas, y considerando que estaba bajo manos ‘expertas’, deduje que dichas prácticas estaban bien y no eran para nada dañinas.
La primera escuela de equitación a la que entré cerró a principios del 2011, así que tuve que buscar otra. El segundo instructor que tuve era mucho más duro que el primero, tanto con los caballos como con sus alumnos. Sin embargo, progresé rápidamente y para Mayo del 2012, fui a mi primera competencia de Dressage – ¡gané segundo lugar contra solo adultos! En lugar de enfocarme en lo malo, escojo reconocer las cosas buenas que me dejó este instructor; como saber ensillar, cepillar, limpiar cascos, y un poquito de trabajo en libertad. Gracias a él, siempre me disgustó que un caballerango prepare al caballo por mí – prefiero hacerlo yo, ya que considero que es una forma de conectar con ellos.
A principios de 2013, ésta escuela cambió de ubicación y no fue favorable, ya que el lugar nuevo estaba en mal estado y la única pista para montar era muy pequeña, además de que comenzaba a sentirme estancada. Así que tomé la difícil decisión de volver a cambiar de escuela. El tiempo que pasé con mi tercer entrenador fue corto antes de volver a cambiar. Mi cuarto entrenador estaba mucho más enfocado al salto que los anteriores, y él encontró a mi primer caballo, algo que le agradeceré por siempre. Joey fue mi regalo de cumpleaños número 12 de parte de mis papás. Comenzamos a competir inmediatamente con buenos resultados. Sin embargo, yo tenía la esperanza de que, al tener un caballo propio, pudiera realizar actividades más allá que solamente entrenar. Por ejemplo trabajar en libertad, salir al campo, montar a pelo, o simplemente pasar tiempo con él sin expectativas. Esto no se me facilitó, y unos frustrados meses después, cambié de escuela otra vez.
Recuerdo con cariño especial a mi quinta entrenadora. Era increíblemente buena con sus estudiantes: lo suficientemente dura para hacernos progresar, pero nunca irrespetuosa ni grosera, y muy maternal; lo cuál es algo que yo busco emular ahora que imparto clases. Con ella pude hacer cosas con Joey más allá de entrenar, un cambio muy positivo. Incluso monté ‘bitless’ por primera vez durante un concurso de disfraces de Halloween; aunque, tristemente, mi cerebro de 14 años no procesó que Joey respondía igual de bien de este modo que con el horrible elevador que utilizaba normalmente. También tuve la oportunidad de montar otros caballos, ayudar con cursos de verano y expandir mis habilidades en general.
Desafortunadamente, por razones personales, ésta querida entrenadora tuvo que mudarse de ciudad en 2017 y nos dejó a cargo de una amiga suya. Hay muchas cosas que podría escribir sobre ella, pero quiero decir que le agradezco haber sido el catalizador que provocó el inicio de mi camino hacia una equitación ética.
También fue durante ésta época que me comenzaron a interesar las carreras de caballos y, por un tiempo, mi ilusión más grande era ser ‘jockey’, por lo que conseguí quién me ayudara a entrar al Hipódromo de las Américas, donde pasé dos veranos ayudando en las cuadras y trabajando caballos. ¡Obtuve mi licencia de 'aprendiz de jinete'! Pero al poco tiempo, mientras más veía y conocía, me di cuenta de la horrible vida que llevan los caballos de carreras, entre golpes, estrés y drogas, así que decidí dejar este sueño a un lado.
Joey y yo tuvimos una serie de accidentes durante nuestro tiempo con nuestra nueva entrenadora debido a su tendencia a empujarlo más de lo que su cuerpo podía dar, y su temperamento fuerte que causaba reacciones violentas hacia los caballos. Escaló al punto dónde tuve que decidir entre continuar avanzando mi carrera ecuestre o el bienestar físico y mental de mi caballo (¡y el mío!). Entre la espada y la pared, finalmente dije '¡No más!' y decidí deshacerme de entrenadores por un tiempo. Tenía suficiente experiencia para poder entrenar con Joey sin necesidad de uno. Así que me cambié de hípico una vez más.
Lo primero que hice fue tirar mi fusta a la basura. Todavía no pensaba mucho del bocado o las espuelas, pero eso no duró mucho. Entramos a una competencia pocos meses después de haber dejado a mi entrenadora, y puedo decir con orgullo que – ¡ganamos! Me probé a mí misma que podía hacerlo sola y que no estaba equivocada al pensar que no necesitaba golpear a mi caballo para lograr mis objetivos. Después comencé a experimentar con otras cosas, entre ellas, quitar el bocado. Viendo atrás, estoy consciente de que no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba haciendo, y estuve cerca de tener un accidente grave por ello. Pero al principio, todo parecía perfecto y cada vez comencé a alternar el montar con bocado y ‘bitless’ más y más. Joey y yo nos volvimos buenos trabajando así, entonces pensé – ¿por qué no entrar al siguiente concurso sin bocado? ¡Y lo hicimos! No ganamos premios a pesar de pasar una pista limpia porque decidí llevarme las cosas con calma e irme despacio, pero demostré que se podía hacer.
Sin embargo, como mencioné anteriormente, no tenía la más remota idea de lo que estaba haciendo. Poco después de ésta competencia, Joey comenzó a ‘portarse mal’, y aunque ahora sé que la causa más probable fue dolor en sus articulaciones y espalda por todos los años de ser montado invertido y empujado al límite, mi mente en ese entonces había sido condicionada por interpretaciones erróneas de comportamiento equino y mi lógica fue que Joey me había perdido respeto y, por lo tanto, tenía que volver a usar el horrible elevador.
Afortunadamente, ésto no duró mucho. En 2020, unos amigos que mi familia había hecho en la segunda escuela de equitación a la que fui abrieron su propio hípico, el cuál era completamente diferente a lo que yo estaba acostumbrada. Tenían un concepto de caballerizas abiertas que permitían interacciones entre los caballos, y aún así, los caballos pasaban la mayor parte del tiempo en corrales y en manadas, lo cuál resultó ser un cambio increíble para Joey. Además de esto, ellos se especializaron en monta ‘bitless’ y métodos de entrenamiento éticos. La decisión de mudarnos en agosto de ese año fue fácil y pronto regresé al camino correcto. Empecé a tomar clases otra vez, pero ahora con sistema ‘bitless’ y sin herramientas aversivas. También me enseñaron los principios básicos de bienestar equino (vivir en manada, sin herraduras, con acceso libre a pastura, etc.), comportamiento y biomecánica. ¡Siento una gratitud inmensa hacia ellos!
Desafortunadamente, esto tuvo una pausa repentina por una crisis en casa. Cuando por fin tuve la fuerza de regresar, Joey ya no estaba apto para trabajar conmigo, ya que comenzaba a mostrar señales de su avanzada edad. Por esta razón, mis amigos me ofrecieron tomar clases con una de sus yeguas, Luna, que fue el primer caballo que monté sin brida.
El panorama cambió para mí una vez más en Mayo del 2021, cuando mi familia tomó la decisión de mudarse de ciudad. Fue devastador, especialmente porque decidí dejar a Joey en México por un tiempo, sabiendo que iba a ser difícil encontrar otro hípico que ofreciera una vida apropiada a su especie, cómo lo hacían mis amigos.
En cuanto llegamos a Querétaro, comencé a buscar opciones. Visité distintos hípicos que se veían, hasta cierto punto, más evolucionados que lo 'normal', pero todos contradecían mi conocimiento nuevo de alguna manera y no estaba dispuesta a abandonar mis principios éticos. Finalmente, trás largas discusiones con mis papás, decidí buscar un caballo que pudiera 'rentar' con el propósito de utilizarlo para practicar cosas que estaba aprendiendo en unos cursos en línea que estaba tomando en cuanto a comportamiento y entrenamiento equino. Así que encontré a Juanito. Él vivía en un lugar nada ideal; pero el lado positivo fue que, dado el amontonamiento de caballos en el lugar, no quedaban caballerizas disponibles para Juanito, así que vivía en un pequeño corral. Inicialmente, mi idea era entrenarlo siguiendo los métodos de la ‘doma natural’, pero pronto me di cuenta de que él estaba muy apagado y asustado, por lo que esa forma de entrenar no iba a resultar buena para él. Busqué otras maneras de trabajar con él y encontré el refuerzo positivo. Así lo saqué rápidamente de su estado triste y al poco tiempo, él era feliz de trabajar conmigo.
Lo renté de junio a febrero, porque en enero del 2022, una oportunidad surgió. Me ofrecieron trabajar en un hípico nuevo que albergaba caballos rescatados de situaciones malas a cambio de una pensión gratis. Para mi perspectiva, el lugar no era lo suficientemente bueno para Joey, pero resultó ser una buena actualización para Juanito, ¡a quién compramos cuando acepté el trato!
El lugar a dónde entré a trabajar acababa de ser fundado y le faltaban muchas cosas. No obstante, siempre tendré gratitud hacia el dueño por haberme dado la increíble oportunidad de trabajar con él. Trabajé con varios caballos que necesitaban volver a confiar en los humanos por razones diversas. Recuerdo sobre todo a Gitano, ya que fue el único caballo que monté estando ahí y mi primer compañero para dar clases de equitación. Dudé mucho cuando me propusieron dar clases por primera vez, pero era una manera de traer más ingresos al hípico, así que acepté. Y así fue que nació la primera escuela de equitación en Querétaro dónde se enseñaba a montar bitless y a base de refuerzo positivo.
Por desgracia, las finanzas seguían sin ser suficientes para sostener el lugar y en mayo tuvo que cerrar. Yo estaba afligida, ya que no tenía a dónde llevarme a Juanito, y la posibilidad de tener a Joey de vuelta conmigo se veía muy lejana. Pero mi suerte cambio tan solo tres días después de obtener estas noticias, ya que tan pronto comencé a buscar un lugar nuevo, encontré Paulownias Ecuestre escondido en un rincón lejano de internet. Las fotos del lugar y la filosofía que presentaba parecían prometedoras, así que rápidamente contacté al dueño quién inmediatamente me invitó a conocer el lugar. Decir que estaba encantada sería ponerlo leve. No habían caballerizas por ninguna parte, solamente un corral de buen tamaño albergando caballos felices y descalzos, y un dueño que ya estaba adentrado en prácticas éticas de equitación. Hicimos click instantáneamente y todo quedó listo para mover a Juanito.
Paulownias Ecuestre ya tenía una pequeña escuela de equitación establecida, encabezada por el dueño, pero amablemente me permitió unirme y utilizar sus caballos para las clases. Tuve mis primeras montas en Juanito pronto, y mi trabajo enseñando monta bitless continuó. La escuela creció un poco durante el resto del 2022, y en Octubre por fin pude traer a Joey a Querétaro. Lo introduje al refuerzo positivo al poco tiempo, y aunque no planeo volverlo a montar jamás, es una gran manera de mantener su mente activa y le da algo de ejercicio. Realmente le debo todo a este caballo y quiero que el resto de su vida sea tan placentera como sea posible.
En Febrero del 2023 nos invitaron a una pequeña competencia amistosa en Tequisquiapan, así que llevamos a 5 de nuestros estudiantes y a 2 caballos a que participaran en una prueba muy básica de conducción. Nuestros caballos eran los únicos en todo el evento montados bitless y sin herraduras, y se comportaron maravillosamente bien, dándoles a los estudiantes una buena primera experiencia en concurso. ¡Todos regresaron a casa con moñas!
Para entonces, todos los caballos de Paulownias Ecuestre trabajaban 100% bitless, excepto por uno – London. Su historia se puede leer bajo 'casos exitosos' . Actualmente, London es la estrella de Paulownias Ecuestre y mi principal compañero para dar clases.
Continuará…

















